Una vez más, compartir "ratitos" con los niños es un regalo para nosotros. Quizá la cotidianeidad nos arrebata aquello que necesitamos para ser realmente felices y es la capacidad de vivir extraordinariamente lo que ocurre ordinariamente. Hoy, y gracias a estos pequeños, agradecemos a Dios una situación de apariencia común: niños de nivel 2 en clase de computación...vale la pena haberlo vivido para poderlo contar.
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