SISTEMA PREVENTIVO SALESIANO

SISTEMA PREVENTIVO

El Sistema Preventivo puede ser considerado como la síntesis de cuanto Don Bosco quiso ser y el núcleo de su programa y proyecto pedagógico y pastoral.
En este sistema encontramos íntimamente ligados los siguientes elementos: una experiencia espiritual, la experiencia del amor de Dios; una propuesta pastoral de evangelización presentando una forma peculiar y original de vida cristiana y santidad juvenil que constituyen la Espiritualidad Juvenil Salesiana y por último una metodología pedagógica.

Presentemos ahora las características de esa metodología:

• La voluntad de estar entre los niños y jóvenes, compartiendo su vida, atento a sus verdaderas exigencias y valores.
• La acogida incondicional que se transforma en fuerza de promoción y en la capacidad incansable del diálogo.
• El criterio preventivo, que cree en la fuerza del bien presente en cada una de las personas, aún en el más necesitado, y trata de desarrollarla mediante experiencias positivas del bien.
• La centralidad de la razón, hecha racionalidad de las solicitudes y de las normas, flexibilidad y persuasión en las propuestas; de la religión, entendida como desarrollo del sentido de Dios inscrito en cada persona, y como esfuerzo de evangelización cristiana; de la bondad (amorevolezza), que se expresa como un amor educativo que hace crecer y crea correspondencia.
Un ambiente positivo, entretejido de relaciones personales, vivificado por la presencia amorosa y solidaria, animadora y activa de los educadores, y por el protagonismo de los niños y adolescentes.

Podemos ver cómo todas las dimensiones de la relaciones que establecemos con los gurises se ven contempladas en este sistema que nos propone Don Bosco, pero vamos a profundizar en una que es la que en este momento más nos preocupa: la forma en que mantenemos el orden o la disciplina en el grupo y como marcamos los límites.

Don Bosco nos aconseja

Los niños, ya se sabe, se equivocan frecuentemente más por vivacidad que por malicia, por no estar bien asistidos que por maldad. Desean ser comprendidos.
No es justo observar solo las faltas, decía Don Bosco, “el secreto está en saber descubrir en ellos los gérmenes de sus buenas disposiciones y procurar desarrollarlas”.

Don Bosco decía a los educadores:
• “A los niños hay que repetirles cien veces las cosas y todavía no alcanza”
• “Corregid con paciencia y caridad sus defectos”
• “Si tenéis que hacer una advertencia, hacedla a solas entre los dos, en secreto y con la máxima amabilidad”


“Anímate; es tiempo de buscarme”



• “Encuéntrense siempre entre ellos, hablen como padres amorosos, sirvan de guía, den consejos y corrijan con amabilidad”

Consejos prácticos:

• No castiguéis nunca, sino después de haber agotado todos los medios. No cabe duda que es más cómodo a nuestras impaciencias y enojos, castigar a los que se resisten, que corregirlos soportándolos con firmeza y benignidad.
• Para corregir esperar el momento oportuno. No castiguéis al niño o joven en el mismo momento de la falta, hay que dejarle tiempo a reflexionar y tranquilizarse. Debemos aprender a ser dueños de nosotros mismo y no obrar por enojo o rencor.
• Hay que dejar siempre la esperanza al perdón. Hay que olvidar y hacer olvidar los tristes días de los errores y evitar la angustia y el temor que inspira el castigo. Hay que alentar al niño y demostrarle que confiamos en que puede corregir sus errores.
• El castigo eventual debe hacer mejores a los culpables. No debe ser humillante o desmedido al error; debe ser educativo.
“Ciertos educadores, con el pretexto de tener que domar una naturaleza rebelde, se obstinan en doblegar la voluntad por los medios violentos y de esta manera, en lugar de enderezarla, la destruyen”
Don Bosco
Sus actitudes

Si bien los temperamentos, las experiencias y los recursos de los educadores de una comunidad salesiana son muy distintos, podríamos establecer algunas actitudes fundamentales para todos aquellos que trabajen como tal.

• Vivir una actitud sistemática de escucha, a todos y a todo.
• Situarse en el lugar del otro para entender mejor.
• No perder nunca la calma.
• Observar mucho, pero no aparentarlo para no crear desconfianza
• Hacer tema de diálogo todo lo que en el grupo pasa.
• Respetar, valorar a cada uno por lo que es y como es; y que se note.
• Estar atento a inquietudes, necesidades y problemas de cada niño.
• Ser objetivo y realista pero no frío y distante.
• Estar en actitud de aprender en el grupo y del grupo.
• Considerar siempre a la persona como centro, siempre por encima de las normas, tema, etc.




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