Los padres
de San Antonio eran muy ricos y querían ver a su hijo como distinguido hombre
de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo y por eso se
hizo franciscano. Antonio era un gran predicador. Lo mandaron como misionero
por numerosas ciudades por Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores sobre
todo con su buen ejemplo. Cuentan que mientras oraba en su habitación se le
apareció Jesús, le puso las manitas al cuello y lo besó. Antonio recibió esta
gracia extraordinaria por que mantuvo su alma limpia incluso del mas mínimo
pecado y amaba mucho a Jesús. Cuando Antonio enfermó se retiró a un monasterio
en las afueras de Padua, donde murió a la edad de 36 años, el 13 de Junio de
1231. Sucedieron muchos
milagros después de su muerte. Aun hoy día le llaman el Santo "de los milagros".
Fue otro franciscano, San Buenaventura, quien
dijo: "Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y el té
conseguirá lo que buscas."
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